Javier Orcajada del Castillo

Startup: nuevo nombre del autónomo

La semántica hace maravillas: los organismos oficiales cuando necesitan aligerar las tasas del paro entre jóvenes que han finalizado recientemente la carrera se han apropiado de este término –american style– para denominar a los que  quieren estimular a crear su propia empresa manipulando las estadísticas crecientes del desempleo juvenil: startup. Es el autónomo al que se cambia su denominación al inglés.  Se trata de una cursilada de la doctrina de la «libre competencia» que tanto impacta entre los yupies y que realmente es la versión  española de «agarrar el rábano por las hojas». Son los expertos de las agencias de promoción empresarial que han estudiado en MIT, Berkeley u otras universidades USA que aportan las técnicas de management avanzadas allí aprendidas para implantarlas en este país de mentalidad de  funcionarios, donde sobran titulados superiores sin inquietud creativa alguna ni expectativa de ejercer su profesión que estudiaron y  terminarán por ser ilustres camareros o directamente emigran.

Son yupies que venden humo, pues promueven entre inocentes «startupers» cursillos en los que imparten técnicas de gestión avanzadas junto con promesas de subvenciones cuantiosas que deslumbran a los recién titulados que han aprendido solo teorías inútiles. Van a sorprenderse cuando les pidan desarrollar el «plan de empresa» o el «análisis del producto», todo ello con una terminología de Harvard Business que contrasta con la mentalidad escolástica de la universidad española donde se aspira a sacar oposiciones y un puesto fijo. Crear una empresa les parece algo exotérico porque no les interesa. Para actualizar esa mentalidad de titulitis estos promotores con un master en USA les cuentan la fábula de “Alice in Wonderland” utilizando  para  motivarles una terminología agresiva del éxito, con promesas de subvenciones  aseguradas que se incumplirán con nulas probabilidades de éxito.

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