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Bilbo

El Guggenheim se reunirá con los animalistas tras la polémica exposición dedicada al arte chino

Responsables del Museo Guggenheim de Bilbo se van a reunir con los activistas de defensa de los animales de la asociación Atea para explicarles los cuidados que reciben los reptiles, insectos y tortugas y otros pequeños animales vivos que forman parte de la instalación ‘El teatro del mundo’ que se muestra dentro de la exposición dedicada al arte contemporáneo chino entre 1989 y 2008.

Inauguración de la exposición Arte y China después de 1989. (Monika DEL VALLE / FOKU)
Inauguración de la exposición Arte y China después de 1989. (Monika DEL VALLE / FOKU)

La presencia de estos animales, encerrados en un terrario de grandes dimensiones ha motivado las denuncias y críticas de distintos partidos ecologistas y asociaciones animalistas de Bilbo, al estimar que los derechos de los animales están por encima de la libertad de creación artística.

Los defensores de los animales también han criticado la proyección de una videoinstalación realizada en 1994 por el artista chino Xu Bing, titulada ‘Un ejemplo de transferencia’ en la que se ve a dos cerdos copulando y que pretende ser una crítica al encuentro entre las culturas occidental y asiática «sin sentido».

Una de estas asociaciones, Atea, solicitó ayer una reunión con los responsables del Museo para exponerles sus consideraciones respecto a la exhibición de estas dos obras que también generaron polémica cuando fueron mostradas por el Museo Guggenheim de Nueva York cuando se expusieron este invierno.

La comisaria principal de la muestra tanto en Nueva York como en Bilbo, Alexandra Munroe, criticó en la presentación de la muestra ayer que en la ciudad neoyorquina «las entidades animalistas denunciantes no quisieron informarse», a pesar de que estuvieron «siempre dispuestos a hablar con ellos».

La comisaria de la exposición ‘Arte y China después de 1989: El teatro del mundo’ defendió el valor artístico de ambas instalaciones y recordó que el enfoque que se tiene en el gigante asiático de la naturaleza es «totalmente diferente del que se maneja en occidente» y que imponer este enfoque a los artistas chinos «sería un acto de colonialismo difícilmente justificable».

Los responsables de Atea, por su parte, consideran «inadecuadas para los animales» su exhibición en dichas instalaciones y argumentan que «ninguna forma de expresión artística debería ocasionar daño a seres inocentes» que además, en su opinión, «deben soportar el estrés que conlleva la presencia de los visitantes, los focos o la presencia de depredadores de los que no pueden escapar».

Por este motivo juzgan que la muestra supone «un maltrato animal encubierto, que no por omitir violencia proactiva deja de serlo. Las consecuencias para los animales implicados serán nefastas, por la mera naturaleza de la exposición, y además porque este tipo de escenarios refuerza la idea de que la naturaleza en general y los animales en particular están ahí para nuestro uso y disfrute, sin que merezca hacer valoraciones de carácter ético».