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Aburto sostiene que el límite de velocidad a 30 es una decisión «madurada» con aval técnico

Bilbo se ha convertido en la primera ciudad del mundo de más de 300.000 habitantes en limitar a 30 la velocidad del tráfico rodado, medida que ya está impuesta en el 87% de las vías de la villa. Taxistas, repartidores y conductores de autobús son algunas voces críticas con la decisión municipal. El alcalde responde que es una medida «madurada» con los técnicos.

Juan Mari Aburto y Alfonso Gil, en la comparecencia de hoy.
Juan Mari Aburto y Alfonso Gil, en la comparecencia de hoy.

El alcalde, Juan Mari Aburto, ha explicado que se trata de una medida «madurada» con expertos técnicos y ha dicho que es necesario tener una «perspectiva temporal larga» para comprobar los efectos de una limitación de la velocidad del tráfico con la que se quiere «reducir el impacto medioambiental y el ruido de los vehículos, mejorar la seguridad vial con menos accidentes y propiciar el uso de otros transportes menos contaminantes, como ir en bici o a pie».

Aburto ha asegurado que la medida no tiene carácter «recaudatorio» ni trata de «fastidiar a nadie», y ha añadido que el Ayuntamiento quiere establecer un «periodo pedagógico» con los conductores, aunque ha indicado que en este primer día de la limitación de la velocidad no habrá multas, «a no ser –ha apostillado– que la contravención de la norma sea flagrante».

El primer edil ha señalado que la medida conllevará «cambios en los hábitos de conducción» y puede generar «incertidumbre», aunque ha pedido «comprensión» y ha reclamado a los conductores «respeto y precaución».

Como pasó con el tabaco

«Queremos menos accidentes y, por supuesto, ningún muerto. Queremos menos polución efecto de los gases invernadero y menos ruido. Con un solo muerto que evitemos, merecerá la pena», ha defendido el concejal de Movilidad y Sostenibilidad, Alfonso Gil, quien estima que con esta medida ocurrirá como con la ley antitabaco, con la que la gente ya está habituada a no fumar en lugares públicos y hoy «parecería un anacronismo» lo contrario.

El Botxo ya implantó la reducción de la velocidad máxima a 30 km/h en un 87% de sus calles en junio de 2018 –el resto de las vías tenían como tope 50 km/h– y ahora ha decidido extender la medida a todas las carreteras.

En los días previos a su implantación, Gil ha subrayado que se trata de una medida «pactada con todos los grupos políticos» del Ayuntamiento y que con ella se pretende que haya «menos accidentes, menos polución y gases de efecto invernadero, y menos ruido. Con un solo muerto que evitemos –ha añadido– merecerá la pena».

El concejal ha destacado que el Ayuntamiento quiere «disuadir y persuadir» al ciudadano que coge el coche «de manera gratuita» para que «opte por una movilidad saludable», y ha remarcado que con esta medida el Consistorio «no quiere fastidiar a nadie», sino «mejorar la calidad de vida de la gente».

«Conducción artificial»

No es de la misma opinión el Real Automóvil Club Vasco Navarro (RACVN) considera que circular a esa velocidad supone realizar una «conducción artificial, forzada y prácticamente imposible de cumplir», en la medida en que, según han explicado, sin pisar el acelerador el coche supera los 30 km/h, como sucede en la avenida Zumalakarregi, en Maurice Ravel o Zabalbide.

El RACVN cree que este tipo de conducción exigirá al quien vaya al volante estar más pendiente del cuentakilómetros del vehículo que de la propia carretera, el resto de usuarios y el entorno, por lo que el riesgo de atropellos por despiste aumentará. Además, aseguran que con esa limitación la contaminación va a ser mayor.

Quienes critican la decisión, defienden que es «inviable» ir a esa velocidad. ELA ha denunciado la «improvisación» del Gobierno municipal respecto a la nueva limitación de velocidad y ha advertido que la obligación de circular por todas las vías de la capital a 30 kilómetros por hora, imposibilitará que Bilbobus pueda prestar el servicio con los horarios habituales.